Evangelio del 7 de septiembre 2024 Lucas 6, 1-5
Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos
arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los
granos. Entonces unos fariseos les dijeron: "¿Por qué hacen lo que está
prohibido hacer en sábado?"
Jesús les respondió: "¿Acaso no han leído lo que hizo David una
vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes
sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio
también a sus hombres".
Y añadió: "El Hijo del hombre también es dueño del sábado".
Reflexión
El texto de hoy nos presenta de nuevo la actitud legalista de los
fariseos, que no ven más allá de la letra de la ley. Están más preocupados del
cumplimento de la ley del sábado, que de darle de comer al hambriento; han
visto que los discípulos arrancaban espigas, pero no se han dado cuenta de que
lo hacían porque tenían hambre, ya que nadie les había dado un bocado de pan
ese día.
Es triste ver que, muchas veces, esta escena se repite en nuestras
vidas, cuando estamos más ocupados de no faltar a la liturgia del Domingo y
descuidamos la caridad, muchas veces, la más elemental, es decir, la que
debemos practicar en nuestras propias casas. Nos preocupa si la gente llega o
no tarde; si platica o no en la misa; y pocas veces, volteamos a ver las
necesidades de esa gente.
El evangelio de Jesús es claro, que al centro de toda nuestra vida está
la caridad, lo cual no significa no cumplir la ley, sino darle a ésta el justo
puesto que Dios le ha dado. No descuidemos el velar por los que menos tienen,
por los que pasan necesidad, por los que, en definitiva, nos necesitan; por
aquellos que, para comer, van cortando espigas por el camino. Ofrécete tú para
que no tengan que cortar de esas espigas, hazte solidario con todo aquel que
pasa necesidad y habrás cumplido toda la ley.
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