Evangelio del 4 de septiembre 2024 Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de
Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que
hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la
fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a
servirles.
Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a
Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus
enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban:
"¡Tú eres el Hijo de Dios!" Pero él les ordenaba enérgicamente que se
callaran, porque sabían que él era el Mesías.
Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba
buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de
ellos; pero él les dijo: "También tengo que anunciarles el Reino de Dios a
las otras ciudades, pues para eso he sido enviado". Y se fue a predicar en
las sinagogas de Judea.
Reflexión
Una de las actitudes fundamentales de Jesús, y que, sobre todo san
Lucas, no se cansa de resaltar, es su gran misericordia que lo lleva a estar
disponible para los demás. Para él, no hay un momento determinado para sanar,
para atender a los que lo buscan. Todo su tiempo le pertenece a los demás, para
quienes él ha sido enviado.
Se ha hecho disponible para todos y todos han encontrado en él alivio y
consuelo. En nuestro mundo agitado, es fundamental el recobrar esta actitud de
Jesús, sobre todo, para los de nuestra propia casa. Es cierto que muchas veces
estamos cansados, pero qué importante es estar siempre disponible para los
hijos, para el esposo o la esposa, para nuestros padres.
La falta de disponibilidad causa serias lesiones en la relación de la
familia, lo que va, poco a poco, provocando la indiferencia y la dispersión.
Quizás, valdría la pena hoy reflexionar sobre nuestra disponibilidad y pensar
¿qué tan dispuesto estoy para dar una mano (escuchar, acompañar, servir) a los
que se acercan a mí, sobre todo, a los de mi propia familia? Recuerda que
servir es amar.
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