miércoles, 18 de septiembre de 2024

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20240922

 


«Y Jesús, llamando a un niño pequeño, lo colocó en medio de ellos. O se trata simplemente de un niño cualquiera, si era la edad lo que le interesaba para mostrarles un modelo de inocencia, o este niño que colocó en medio de ellos es él mismo, que no vino para ser servido sino para servir y darles un ejemplo de humildad. Otros interpretan que este niño pequeño es el Espíritu Santo que había puesto en el corazón de los discípulos para que cambiaran su orgullo en humildad. En verdad os digo: si no se convierten y no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos. No les prescribe a los apóstoles que tengan la edad de los niños pequeños, sino su inocencia y que lo que éstos tienen por su edad lo alcancen ellos con su esfuerzo, de modo que sean niños pequeños en malicia, no en sabiduría. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése será el mayor en el Reino de los cielos. Así como este niño que os pongo como ejemplo, no persevera en la cólera, no recuerda las ofensas, no se complace a la vista de una mujer hermosa, no piensa de una manera y habla de otra, así también vosotros, si no tenéis semejante inocencia y pureza de alma, no podréis entrar en el Reino de los cielos. 0 bien, en otro sentido: El que se humille como este niño pequeño, será el mayor en el Reino de los cielos: el que me imite y se humille siguiendo mi ejemplo, de modo que se abaje como yo me he abajado tomando la condición de esclavo, ése entrará en el Reino de los cielos Y el que recibe a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me recibe. Si alguno fuera tal que imita a Cristo en su humildad e inocencia, en él se recibe a Cristo» (San Jerónimo [c.347407]. Evangelio de Mateo. Libro III. Capítulo 1 8, 2-5).

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