En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron:
"Este expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los
demonios". Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: "Todo reino
dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si
Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino?
Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces,
¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos
serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso
significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. Cuando un hombre fuerte y
bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más
fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y
después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que
no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre,
anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice:
'Volveré a mi casa, de donde salí'. Y al llegar, la encuentra barrida y
arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a
instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la
de antes".
Reflexión
Jesús nos revela que no basta con expulsar el mal: hay que llenar el
alma con el bien. En este pasaje, Él denuncia la ceguera de quienes lo acusan
de actuar por el poder del demonio, y nos advierte sobre el peligro de una vida
espiritual superficial.
“El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo,
desparrama.”
Esta frase nos confronta: ¿estamos realmente con Cristo o solo cerca de
Él? ¿Recogemos con Él o vivimos dispersos, distraídos, tibios?
La imagen de la casa vacía es inquietante. Un alma que ha sido liberada
pero no habitada por Dios queda vulnerable. El mal no solo regresa, sino que lo
hace con más fuerza.
Es como limpiar una habitación y dejarla abierta: si no la llenamos con
luz, amor, oración y compromiso, las sombras volverán.
Aplicación para hoy
- Vigila tu interior: No basta con evitar el pecado; hay que cultivar
la presencia de Dios.
- Llena tu casa: Con oración, servicio, comunidad, sacramentos. Que tu
alma no esté vacía, sino habitada.
- No dividas tu corazón: La fe no es un accesorio; es el centro. Un
corazón dividido no puede sostenerse.
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