EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20241013

«El joven que se acerca a Jesús. Hay quienes hablan mal de este joven,
como si hubiera sido un taimado y perverso que se acercó a Jesús para tentarle.
Por mi parte, no tendría inconveniente en decir que fue avaro y estaba dominado
por el dinero, puesto que Cristo mismo demostró que así era; pero en manera alguna
taimada. Primero, porque no es cosa segura lanzarse a juzgar de lo incierto,
mayormente tratándose de culpas; y, segundo, porque Marcos nos quita totalmente
esa sospecha. Marcos dice, en efecto, que, corriendo hacia Jesús, se le postró
y le suplicaba. Y que luego, dirigiéndole Jesús una mirada, le amó. Pero es muy
grande la tiranía de la riqueza, y bien se ve por el hecho de que, aun siendo
en todo lo demás virtuoso, ella sola lo echa todo a perder. Con razón, pues, la
llamaba también Pablo la raíz le todos los males. Porque: raíz, dice, de todos
los males es la avaricia (1 Tm 6, 10). Ahora bien, ¿por qué le respondió
Cristo, diciendo: Nadie hay bueno? Porque como el otro le miraba como a puro
hombre, como a uno de tantos, como a simple maestro judío, también el Señor
habla con él como hombre. En realidad, en muchas ocasiones vemos que Jesús
responde de acuerdo con las ideas de sus interlocutores, como cuando dice:
Nosotros adoramos lo que sabemos (Jn 4, 22). Y: Si yo doy testimonio acerca de
mí mismo, mi testimonio no es verdadero (Jn 5, 31). Así, pues, al decir ahora:
Nadie es bueno, no se excluye a sí mismo de ser bueno, ni mucho menos. Porque
no dijo: "¿A qué me llaman bueno? Yo no soy bueno", sino: Nadie es
bueno, es decir, nadie entre los hombres. Y aun, al decir esto, no pretende
negar absolutamente la bondad de los hombres, sino sólo en comparación con la
bondad de Dios» (San Juan Crisóstomo [c.347-4071. Evangelio de Mateo. Homilía
63).
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