lunes, 7 de octubre de 2024

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20241013

 



«El joven que se acerca a Jesús. Hay quienes hablan mal de este joven, como si hubiera sido un taimado y perverso que se acercó a Jesús para tentarle. Por mi parte, no tendría inconveniente en decir que fue avaro y estaba dominado por el dinero, puesto que Cristo mismo demostró que así era; pero en manera alguna taimada. Primero, porque no es cosa segura lanzarse a juzgar de lo incierto, mayormente tratándose de culpas; y, segundo, porque Marcos nos quita totalmente esa sospecha. Marcos dice, en efecto, que, corriendo hacia Jesús, se le postró y le suplicaba. Y que luego, dirigiéndole Jesús una mirada, le amó. Pero es muy grande la tiranía de la riqueza, y bien se ve por el hecho de que, aun siendo en todo lo demás virtuoso, ella sola lo echa todo a perder. Con razón, pues, la llamaba también Pablo la raíz le todos los males. Porque: raíz, dice, de todos los males es la avaricia (1 Tm 6, 10). Ahora bien, ¿por qué le respondió Cristo, diciendo: Nadie hay bueno? Porque como el otro le miraba como a puro hombre, como a uno de tantos, como a simple maestro judío, también el Señor habla con él como hombre. En realidad, en muchas ocasiones vemos que Jesús responde de acuerdo con las ideas de sus interlocutores, como cuando dice: Nosotros adoramos lo que sabemos (Jn 4, 22). Y: Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero (Jn 5, 31). Así, pues, al decir ahora: Nadie es bueno, no se excluye a sí mismo de ser bueno, ni mucho menos. Porque no dijo: "¿A qué me llaman bueno? Yo no soy bueno", sino: Nadie es bueno, es decir, nadie entre los hombres. Y aun, al decir esto, no pretende negar absolutamente la bondad de los hombres, sino sólo en comparación con la bondad de Dios» (San Juan Crisóstomo [c.347-4071. Evangelio de Mateo. Homilía 63).

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