lunes, 9 de septiembre de 2024

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20240915

 



«Y tomándolo aparte, Pedro comenzó a reprenderlo... A menudo hemos señalado el gran celo y el amor extremo de Pedro hacia el Señor Salvador. Y entonces, después de su profesión de fe: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo y de la recompensa recibida del Salvador. Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, pues no es la carne ni la sangre la que te reveló esto, sino mi Padre que está en el cielo, de pronto oye que el Señor declara que debe ir a Jerusalén y allí sufrir mucho de parte de los ancianos, escribas y sumos sacerdotes, ser muerto y resucitar al tercer día; él no quiere que su profesión de fe se reduzca a la nada y cree imposible que el Hijo de Dios pueda ser muerto; en su amor lo atrae hacia sí o bien lo lleva aparte para que no lo vean refutara su maestro en presencia de los demás discípulos y comenzó a reprenderlo afectuosamente expresando su deseo: Dios no lo permita, Señor... eso no sucederá, es imposible, mis oídos se niegan a aceptar que el Hijo de Dios tenga que morir. Y volviéndose hacia él, el Señor dijo: ¡Ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo. Satanás significa el adversario o contrario. Porque hablas en contra de mi voluntad, dice, debes ser llamado mi adversario. Muchos piensan que el Señor no habría corregido a Pedro sino al espíritu enemigo que sugería esas palabras al apóstol. Pero yo no creería jamás que el error del apóstol, proveniente de un piadoso sentimiento, haya sido provocado por el diablo. ¡Ve detrás de mí, Satanás! Al diablo le dice: Retírate; Pedro oye que le dicen: ve detrás de mí, es decir sigue mi decisión, porque no tienes el gusto de las cosas de Dios sino de las de los hombres» (San Jerónimo [342-4201. Evangelio de san Mateo. Libro Tercero. Capítulo 16, 22.23).
 

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