Evangelio del 17 de agosto 2024 Mateo 19, 13-15
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les
impusiera las manos y orase por ellos. Los discípulos regañaron a la gente;
pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a
mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos". Después
les impuso las manos y continuó su camino.
Reflexión
De nuevo Jesús nos muestra que la grandeza del hombre no está en sus
méritos, en lo que pueda llegar a ser, tener o saber, sino en la sencillez de
su corazón.
El niño, ejemplo de la simplicidad de la vida y de la fe, es nuestro
modelo para seguir a Jesús. Llegar a ser como ellos es nuestra meta, cosa por
demás difícil, si no nos ayuda la gracia del Señor, pues nuestra tendencia
natural, quizás por el pecado original, es hacia la grandeza, a buscar los
primeros lugares, a "complicarnos" la vida. El niño es simple, es
transparente, por ello, pude gozarse en las cosas sencillas del Reino, puede
apreciar la gracia que hay en Jesús y Jesús se puede regocijar en ellos, pues
siempre encuentra lugar en ellos para una sonrisa, para un beso, para un
momento de alegría.
En medio de este mundo que nos impulsa continuamente a vivir una vida
complicada en todas las áreas de nuestra vida, es importante no quitar la vista
de lo que realmente es importante para Jesús y luchar con todas nuestras
fuerzas para evitar caer en las complicaciones, para hacer nuestra vida y
nuestros pensamientos complejos y por lo tanto, pesados y abrumadores.
Oremos a nuestro Dios para que nos conceda un corazón simple y transparente como el de los niños, para descansar en él y simplificar nuestra vida.
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