En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo:
"Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez". Natanael le
preguntó: "¿De dónde me conoces?" Jesús le respondió: "Antes de
que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera".
Respondió Natanael: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de
Israel". Jesús le contestó: "Tú crees, porque te he dicho que te vi
debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver". Después añadió: "Yo
les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar
sobre el Hijo del hombre".
Reflexión
Te vi cuando estabas debajo de la higuera”
Este momento revela la mirada penetrante de Cristo, que no solo ve lo
externo, sino que conoce el corazón. La higuera, en la tradición judía, era
símbolo de paz, estudio de la Ley, y comunión con Dios. Estar “debajo de la
higuera” puede representar el anhelo espiritual de Natanael, su búsqueda
sincera. Jesús lo vio allí: en su intimidad, en su oración, en su deseo de
verdad.
La pregunta de Natanael es la de todo ser humano que se encuentra con
Dios: ¿Cómo puedes conocerme tan profundamente? Jesús responde con una
revelación que transforma la duda en fe. Natanael pasa de la incredulidad (“¿De
Nazaret puede salir algo bueno?”) a la confesión: “Tú eres el Hijo de Dios, tú
eres el Rey de Israel”.
Este cambio muestra que el encuentro con Cristo no es solo racional,
sino espiritual. Él nos conoce antes de que lo busquemos. Nos llama desde
nuestra historia, desde nuestros anhelos más profundos.
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