En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo:
"¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?
El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje,
será como su maestro. ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga
que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: 'Déjame
quitarte la paja que llevas en el ojo', si no adviertes la viga que llevas en
el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces
podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano".
Reflexión
El Evangelio de hoy nos confronta con nuestra tendencia a juzgar a los
demás. Jesús nos advierte que regularmente somos muy buenos para ver y criticar
los errores ajenos, pero cuando se trata de juzgarnos a nosotros mismos, nos
cuesta aceptarlo, y más cuando alguien nos los hace ver.
La próxima vez que sientas la tentación de juzgar o criticar a alguien,
detente, ponte en su lugar y piensa que tal vez está pasando por una situación
difícil, que no la conoces y que lo lleva actuar de esa forma. Por eso, antes
de juzgar, ora por esa persona.
Antes de intentar guiar o corregir a alguien, revisa primero si estás
preparado y tienes la capacidad para poder hacerlo. Pide a Dios que te ayude a
ver las vigas que todavía puede haber en tu vida. Agradece a Dios porque te
ayuda a ver tu interior y te muestra lo que necesitas limpiar en ti, para ser
un instrumento para los demás. Que puedas ser guía y luz para iluminar a
quienes te necesitan.
Esta reflexión del Evangelio fue escrita por:
Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo.
En colaboración con Evangelización Activa.
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