martes, 5 de agosto de 2025

Evangelio del 6 de agosto 2025 Lucas 9, 28-36

 



En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.

 

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías", sin saber lo que decía.

 

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo". Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

 

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.

 

Reflexión

 

La transfiguración, momento en que Cristo muestra toda su divinidad a Pedro, a Santiago y a Juan. Cómo ha de haber sido aquel momento tan especial que Pedro, nuestro amigo primario, dice: ¡Señor, qué bien se está aquí! ¡Hagamos tres tiendas! Así son esos momentos de encuentro con el Señor; no nos queremos ir, nos queremos quedar, queremos congelar ese momentito, ese ratito de adoración, ese ratito de encuentro personal con el Señor, ese momento en el que recibí a Jesús, quizá por primera vez. Y así son esos momentos en donde nos adentramos en lo más profundo para hablar con Dios, todo se calma y se transforma.

 

Pero aquí hay algo que Dios Padre nos dice en este evangelio: "Este es mi Hijo amado, ¡Escúchenlo!" Aquí está la clave para encontrar esa tranquilidad y esa paz, cuando entramos en oración con el Señor. Ahí está la clave para poder decir nosotros también: ¡Qué bien se está aquí! ¡Hagamos tres tiendas! La clave es escuchar a Cristo, es escuchar, es guardar silencio, es apagar todo ruido, es hacer a un lado toda distracción. Subir al monte, para escuchar, y encontrarme con Dios. Y así poder hacer lo que Él nos diga.

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario