En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído ustedes
que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien
mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo
lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea
arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de
pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte
de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.
También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un
certificado de divorcio; pero yo les digo que todo el que se divorcia, salvo el
caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que
se casa con una divorciada comete adulterio".
Reflexión
En este pasaje Mateo une dos enseñanzas: una sobre el pecado y otro
sobre el adulterio. El ejemplo que pone Jesús de arrancarse un ojo o una mano,
desde luego que no debe ser tomado al pie de la letra, pues está ejemplificando
la importancia y lo doloroso que, a veces puede resultar, el apartarse de las
ocasiones de pecado.
Compara el dolor y la pérdida sustancial de uno de nuestros miembros a
la de dejar aquello que sabemos que nos lleva al pecado. Con esto en mente,
podemos entender que es mejor dejar o alejarse de una amistad, de un lugar, de
un trabajo con todo el dolor y la pérdida que esto significa, si esta amistad,
lugar, trabajo están siendo la ocasión de pecado.
Esta es quizás la enseñanza más fuerte y explícita de las consecuencias del pecado y de la lucha contra el mismo y lo doloroso que representa una conversión profunda y total a Jesús como Señor. Por lo tanto, si alguna cosa, persona o lugar te son ocasión de pecar ¡aléjalas de ti!, pues es mejor no tenerlas, que perder la vida en Cristo.
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