En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a
los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a
Jesús?" Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese
momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se
acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres que te preparemos la
cena de Pascua?" Él respondió: "Vayan a la ciudad, a casa de fulano y
díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con
mis discípulos en tu casa'". Ellos hicieron lo que Jesús les había
ordenado y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les
dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se
pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso soy
yo, Señor?" Él respondió: "El que moja su pan en el mismo plato que
yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está
escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser
entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó
Judas, el que lo iba a entregar: "¿Acaso soy yo, Maestro?" Jesús le
respondió: "Tú lo has dicho".
Reflexión
Uno de los valores fundamentales del cristianismo es la amistad. En el
evangelio de San Juan, Jesús llega a decir: ya no los llamo siervos sino
"amigos".
En este mismo evangelio Jesús moja un pan y se lo da a Judas, signo de
profunda amistad. Esto es algo que Judas, por más confundido que hubiera estado
sobre la identidad de Jesús, nunca entendió. Había estado con Él tres años y no
había llegado ni siquiera a tenerlo como amigo. Es triste que muchos cristianos
padezcan de este mismo mal y no sepan valorar la amistad, ni de Jesús, ni de
aquellos con los que comparten su vida (papás, hermanos, compañeros).
Cuando uno no es capaz de desarrollar una amistad, es la persona más
vacía y solitaria, pues el verdadero amor es el del amigo. Esta ausencia lleva
al hombre, como llevó a Judas, a cometer las acciones más tristes del mundo. No
dejemos solo a Jesús en esta Semana Santa. Démonos un tiempo para participar,
sobre todo de la fiesta de la Pascua, el sábado por la noche. Mostrémosle que
verdaderamente lo tenemos como amigo.
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