Evangelio del 19 de diciembre 2024

Evangelio del 19 de diciembre
2024
Lucas 1, 5-25
Hubo en tiempo de Herodes, rey de
Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una
descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios,
pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del
Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada
edad.
Un día en que le correspondía a
su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías,
según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para
ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la
hora de la incensación.
Se le apareció entonces un ángel
del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se
sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: "No
temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará
un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y
regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será
grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del
Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al
Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para
convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la
cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a
recibirlo".
Pero Zacarías replicó:
"¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer
también es de edad avanzada". El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel,
el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta
buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que
todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su
debido tiempo".
Mientras tanto, el pueblo estaba
aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al
salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el
santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.
Al terminar los días de su
ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante
cinco meses no se dejó ver, pues decía: "Esto es obra del Señor. Por fin
se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí".
Reflexión
Este pasaje, leído en este
tiempo, nos invita a reflexionar sobre nuestra fe. En él, leemos la falta de fe
que manifiesta Zacarías ante la promesa de tener un hijo. Parecería que
Zacarías, hombre dedicado al culto de Dios y versado en la Escritura, no supiera
que Dios es Todopoderoso y que es capaz de hacer eso y mucho más, pues para él
nada es imposible.
Valdría, entonces, la pena
revisar ¿cómo está nuestra fe ante la fiesta que nos preparamos a celebrar?
¿Podríamos decir que nosotros sí creemos que Dios está con nosotros, que nos
acompaña, que nos asiste? ¿Creemos que la Navidad es el evento por el cual
Jesús, el Hijo de Dios se encarna y pone su tienda entre nosotros?
¿Será verdad que nosotros los
cristianos verdaderamente creemos que Dios es infinitamente poderoso como para
hacer que nuestra vida pueda mantener la paz y la alegría a pesar de las
dificultades de esta vida? ¿O será quizás que precisamente por esta falta de fe
que el cristianismo permanece mudo? Se acerca la fiesta del Nacimiento de
Jesús, no dejemos pasar la oportunidad de crecer en la fe. No permitamos que
nuestro activismo, propio de este tiempo, nos prive de la oportunidad para
reflexionar y orar.
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