Evangelio del 16 de octubre 2024 Lucas 11, 42-46
En aquel tiempo, Jesús dijo:
"¡Ay de ustedes, fariseos, porque pagan diezmos hasta de la hierbabuena,
de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y del amor
de Dios! Esto debían practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos
porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan
reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que
no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!".
Entonces tomó la palabra un
doctor de la ley y le dijo: "Maestro, al hablar así, nos insultas también
a nosotros". Entonces Jesús les respondió: "¡Ay de ustedes también,
doctores de la ley, porque abruman a la gente con cargas insoportables, pero
ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!"
Reflexión
La ley tiene como único fin
ayudarnos a vivir de acuerdo con el amor. Cada uno de los mandamientos expresa
el deseo de Dios de que el hombre crezca y madure en el amor. Sin embargo,
cuando la ley se convierte en fin, en sí misma, deja de expresar el deseo del
legislador y se convierte en un yugo difícil de llevar.
Peor aun cuando nosotros mismos
nos convertimos en los legisladores para hacer una ley a nuestra medida y
necesidades, pues esto, lejos de conducirnos a la meta que es Dios, nos aleja
de él y nos confina a la oscuridad, a la ignorancia, a la angustia.
Si tú cumples la ley sólo porque
es la ley (por miedo al castigo) eres todavía un esclavo de la ley; pero si tú
la cumples porque en ella descubres un camino para crecer en el amor, tu vida
se abre hacia la felicidad perfecta. Como ejemplo sencillo podrías pensar hoy
¿qué te mueve el domingo para ir a misa?
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