En aquellos días, mientras Jesús enseñaba en el templo, se le acercaron
los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron: "¿Con qué
derecho haces todas estas cosas? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?"
Jesús les respondió: "Yo también les voy a hacer una pregunta, y si me la
responden, les diré con qué autoridad hago lo que hago: ¿De dónde venía el
bautismo de Juan, del cielo o de la tierra? “Ellos pensaron para sus adentros:
"Si decimos que del cielo, él nos va a decir: 'Entonces, ¿por qué no le
creyeron?' Si decimos que de los hombres, se nos va a echar encima el pueblo,
porque todos tienen a Juan por un profeta". Entonces respondieron:
"No lo sabemos”. Jesús les replicó: "Pues tampoco yo les digo con qué
autoridad hago lo que hago".
Reflexión
Jesús, con sabiduría divina, no responde directamente, sino que les lanza una pregunta capciosa sobre el bautismo de Juan: "¿De dónde era el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?"
Esta táctica obliga a Sus oponentes a confrontar su propia convicción y
miedo. Saben que Juan era un profeta de Dios (autoridad del cielo) según el
pueblo, pero si lo admitían, tendrían que aceptar la autoridad de Jesús, a
quien Juan había señalado.
Los líderes prefieren fingir ignorancia antes que arriesgar su estatus
ante la gente o tener que someterse a la autoridad que viene de Dios. Su
silencio revela que su principal preocupación no era la verdad o la justicia,
sino mantener su poder y prestigio.
La verdadera autoridad de Jesús no reside en un nombramiento terrenal o
en el reconocimiento de las estructuras de poder humanas, sino en Su origen
divino y Su misión dada por el Padre.
A menudo, las personas, al igual que los líderes religiosos de la
época, pueden estar dispuestas a alabar a Dios con palabras, pero se resisten a
Su autoridad cuando esta exige un cambio en nuestras rutinas, un sacrificio de
nuestro orgullo o una renuncia a nuestras propias fuentes de
"autoridad" o control.
No podemos decir que creemos en Jesús si ignoramos o cuestionamos Su
enseñanza y Su señorío sobre las áreas difíciles de nuestra vida.

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