En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén listos, con
la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que
están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto
llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en
vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él
mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en
vela, dichosos ellos".
Comentario
Este pasaje no solo habla de estar preparados, sino de hacerlo con
esperanza activa, como quien aguarda a alguien amado y digno.
🔹 “Dichosos aquellos siervos a quienes el
señor, al llegar, los encuentre velando.”
Aquí no se premia solo la obediencia, sino la actitud interior: la
fidelidad silenciosa, la espera confiada, la disposición a servir incluso en la
oscuridad. Es una invitación a vivir cada momento como si fuera el umbral del
Reino.
🔹 El giro sorprendente: el señor que llega y
se pone a servir a los siervos.
Este gesto rompe las jerarquías humanas y revela el corazón del
Evangelio: Dios no solo exige vigilancia, sino que recompensa con intimidad,
con comunión, con un amor que se abaja para honrar a quienes han esperado con
fe.
Este texto puede resonar especialmente en contextos de lucha, de espera
prolongada, de fidelidad en medio de la incertidumbre. ¿Qué significa hoy tener
la lámpara encendida? ¿Qué formas toma nuestra vigilancia espiritual en medio
del mundo que vivimos?
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