En aquel tiempo, mirando Jesús a sus discípulos, les dijo:” Dichosos
ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los
que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran
ahora, porque al fin reirán. Dichosos serán ustedes cuando los hombres los
aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por
causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su
recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.
Pero ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de
ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de
ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando
todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos
profetas!"
Reflexión
Estas “contradicciones” de Cristo son la causa, como diría Santa Teresa
de Ávila, de por qué el Señor tiene tan "pocos amigos":
"Dichosos los que tienen hambre, los pobres, los que lloran, los que
sufren”. ¿Cómo se puede ser dichoso ante tanta desesperación, ante tanto
llanto, ante tanta hambre?
La verdad, si nos ponemos a ver esto más de cerca y no solo lo digo a
manera de reflexión, yo por muchos años fui misionera, en las misiones me
tocaba ver mucha pobreza, mucho sufrimiento, mucho llanto, pero ellos eran
dichosos. Dichosos porque vivían libres de todo y de todos. Vivían felices
porque disfrutaban del hoy; disfrutaban de lo que tenían, mucho o poco, pero
ese poco los llenaba y los saciaba: llegó el agua, fiesta; hoy se maduraron los
mangos, venga el manjar.
Hoy te invito a gozar del hoy, a no permitirte ninguna queja, a
agradecer que hoy tengo lo necesario para vivir.
Paola Treviño, consagrada del Regnum Christi.
En colaboración con Evangelización Activa.
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