Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya
estuviera ardiendo! Lucas 12:49
Es una de las declaraciones más intensas y enigmáticas de Jesús. Su
fuerza simbólica ha fascinado a teólogos, místicos y pensadores durante siglos.
Algunos ven en Lucas 12:49 una anticipación de Pentecostés: Jesús desea que el
mundo esté encendido por el Espíritu.
Jesús habla del costo de seguirlo. No promete paz inmediata, sino una
confrontación con el status quo, del pecado, la hipocresía y las estructuras
injustas. Es una llamada a tomar posición, a vivir con convicción una
transformación radical que divide, purifica y revela lo que hay en el corazón
de las personas.
En la Biblia, el fuego es capaz de purificar, iluminar, juzgar y
transformar.
Así como el fuego que refina el oro, representa el proceso por el cual
Dios limpia el corazón humano. Jesús desea que el mundo sea purificado, que lo
falso se consuma y lo verdadero permanezca.
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