En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista,
subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la
gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio
aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle:
"Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que
vayan a los caseríos y compren algo de comer". Pero Jesús les replicó:
"No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer". Ellos le
contestaron: "No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados". Él
les dijo: "Tráiganmelos".
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco
panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió
los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente.
Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se
llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin
contar a las mujeres y a los niños.
Reflexión
Éste es uno de los pasajes más conocidos del Evangelio: la
multiplicación de los panes; incluso, hasta tenemos canción: "Aquí hay un
muchacho, que solamente tiene cinco panes y dos peces".
Aquí, yo me quisiera centrar en una palabra, en una acción de Jesús.
"Jesús tuvo compasión de ellos", nos dice el evangelista; tuvo
compasión, sentir con...
Y Jesús tiene compasión de ti y tiene compasión de mí, porque al igual
que la muchedumbre de aquellos tiempos, tenemos hambre, hambre de un amor
eterno, hambre de una seguridad, hambre de paz, hambre de alegría. Cristo
conoce el hambre que hay en nuestro corazón y Él quiere satisfacerla hoy. Hoy
quiere darme lo que necesito para llenar mi corazón.
Dejemos que Él hoy me dé lo que necesito para sonreír, para amar, para
gozar de la vida. Y ¿Qué tengo que hacer yo? ¡Llevarle mis cinco panes y mis
dos peces! Mis cinco panes, mis dos peces, siendo mis preocupaciones. Mis cinco
panes, mis dos peces, siendo mis debilidades. Mis cinco panes y dos peces,
siendo las alegrías de hoy. Mis cinco panes, mis dos peces: lo que tengo hoy,
se le entrego al Señor para que Él lo multiplique y me llene el corazón de la
paz, la alegría, la felicidad que voy buscando.
Hoy te propongo ser feliz porque Cristo llena tu corazón. Él hoy quiere
llenarte de bendiciones, ábrele el corazón y déjalo entrar.
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