En aquel tiempo, Jesús se
puso a reprender a las ciudades que habían visto sus numerosos milagros, por no
haberse arrepentido. Les decía:
"¡Ay de ti, Corozaín!
¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los
milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho
penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Pero yo les aseguro que el día del
juicio será menos riguroso para Tiro y Sidón, que para ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que
serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si
en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá
estaría en pie hasta el día de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el
día del juicio para Sodoma que para ti".
Reflexión
De nuevo Jesús insiste,
ahora desde otro ángulo, en la resistencia a la conversión. Seguramente, si
somos honestos, nos daremos cuenta de que han sido diversas ocasiones, a lo
largo de nuestra vida o en la de algunos hermanos, en las cuales hemos sido
conscientes del paso de Dios por ella.
No podemos negar que Dios ha
operado en nosotros signos y prodigios (si revisamos con atención nuestra
historia, reconoceremos lo visible de las maravillas de Dios). Por ello, el
Señor nos invita a reflexionar hoy en cómo hemos y estamos respondiendo a estas
gracias, a esta actuación continua y salvífica de Dios.
No podemos mantenernos
indiferentes a la acción de la gracia, a la invitación de Jesús a cambiar de
vida y a consagrársela a él. Jesús espera de cada uno de nosotros una respuesta
generosa, ¿estaremos dispuestos a dársela?
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