
EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA
«Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. ¿Quiénes son
los que tropiezan o hacen tropezar? Los que se escandalizan de Cristo y de la
Iglesia. Si tuvieras caridad, no te escandalizarías ni de Cristo ni de la
Iglesia; no abandonarás ni a Cristo ni a la Iglesia. El que abandona la
Iglesia, ¿cómo puede estar en Cristo, sin estar en el cuerpo de Cristo?
Tropiezan los que abandonan a Cristo o a la Iglesia. Lo mismo que aquel que
está sometido al instrumento médico, grita: no lo tolero, no lo aguanto, y se
sustrae a la cura, así los que no soportan algunos comportamientos eclesiales y
se sustraen al nombre de Cristo o de la Iglesia, padecen escándalo. Ved si no,
cómo se escandalizaron aquellos hombres carnales, a quienes Cristo, hablando de
su carne, decía: El que no come la carne del Hijo del hombre y no bebe su
sangre, no tiene vida en sí mismo. Unos setenta hombres dijeron: Este modo de
hablar es inaceptable, y se separaron de él; los Doce se quedaron. Y para que
no pensaran los hombres que creyendo en Cristo prestaban un servicio a Cristo y
no más bien al contrario, que son realmente ellos los que de Cristo reciben un
beneficio, el Señor les dice: ¿También ustedes quieren marcharse? Para que se
den cuenta de que yo les soy necesario, no ustedes a mí. Ellos le contestaron
por boca de Pedro: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna. ¿Por qué, pues, no hay escándalo en el que ama a su hermano? Pues
porque quien ama al hermano, todo lo tolera por salvaguardar la unidad; en la unidad
de la caridad consiste efectivamente el amor fraterno. Oye lo que dice el
Señor: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. ¿Qué es la ley,
sino un mandamiento? Y ¿por qué no se escandalizan sino porque se soportan unos
a otros?» (San Agustín [354-4301. Tratado 1 sobre la Primera Carta de san Juan,
9,12).
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