DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C Domingo 23 de febrero 2025

Misericordiosos «como el Padre» … Ángelus, 18-II-2007
El evangelio de este domingo contiene una de las expresiones más
típicas y fuertes de la predicación de Jesús: «Amen a sus enemigos» ... Tal
expresión está tomada del evangelio de san Lucas, pero se encuentra también en
el de san Mateo (Mt 5, 44), en el contexto del discurso programático que
comienza con las famosas «Bienaventuranzas» …
Jesús lo pronunció en Galilea, al inicio de su vida pública. Es este
casi un «manifiesto» presentado a todos, sobre el cual pide la adhesión de sus
discípulos, proponiéndoles en términos radicales su «modelo de vida» … Pero
¿cuál es el sentido de esas palabras? ¿Por qué Jesús pide amar a los propios
enemigos, o sea, un amor que excede la capacidad humana?
En realidad, la propuesta de Cristo es realista, porque tiene en cuenta
que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto,
sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor y de
bondad. Este “plus” viene de Dios: es su misericordia, que se ha hecho carne en
Jesús y es la única que puede desequilibrar el mundo del mal hacia el bien, a
partir del pequeño y decisivo mundo que es el corazón del hombre…
Con razón, esta página evangélica se considera la «Carta Magna» de la
no violencia cristiana, que no consiste en rendirse ante el mal –según una
falsa interpretación del «presentar la otra mejilla» (Cfr. Lc 6, 29)– sino en responder al mal con el
bien (Cfr. Rm 12, 17-21), rompiendo de
este modo la cadena de la injusticia y del odio con las armas del amor y de la
verdad.
El amor a los enemigos constituye el núcleo de la “revolución
cristiana”, un amor que en definitiva no se apoya en los recursos humanos, sino
que es don de Dios que se obtiene confiando únicamente y sin reservas en su
bondad misericordiosa… Esta es la novedad del Evangelio, que cambia el mundo
sin hacer ruido.
Este es el heroísmo de los «pequeños», que creen en el amor de Dios y
lo difunden incluso a costa de su vida… Pidamos a la Virgen María –dócil
discípula del Redentor– que nos ayude a dejarnos conquistar sin reservas por
ese amor, a aprender a amar como Él nos ha amado, para ser misericordiosos como
es misericordioso nuestro Padre que está en los cielos (Cfr. Lc 6, 36).
P.P. Benedicto XVI
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 12, 6
Confío, Señor, en tu misericordia. Se alegra mi corazón con tu auxilio;
cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, que la constante meditación de tus
misterios nos impulse a decir y hacer siempre lo que sea de tu agrado. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[David no quiso atentar contra el ungido del Señor.]
Del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
En aquellos días, Saúl se puso en camino con tres mil soldados
israelitas, bajó al desierto de Zif en persecución de David y acampó en Jakilá.
David y Abisay fueron de noche al campamento enemigo y encontraron a
Saúl durmiendo entre los carros; su lanza estaba clavada en tierra, junto a su
cabecera, y en torno a él dormían Abner y su ejército. Abisay dijo entonces a
David: “Dios te está poniendo al enemigo al alcance de tu mano. Deja que lo
clave ahora en tierra con un solo golpe de su misma lanza. No hará falta
repetirlo”. Pero David replicó: “No lo mates. ¿Quién puede atentar contra el
ungido del Señor y quedar sin pecado?”
Entonces cogió David la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl
y se marchó con Abisay. Nadie los vio, nadie se enteró y nadie despertó; todos
siguieron durmiendo, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.
David cruzó de nuevo el valle y se detuvo en lo alto del monte, a gran
distancia del campamento de Saúl. Desde ahí gritó: “Rey Saúl, aquí está tu
lanza, manda a alguno de tus criados a recogerla. El Señor le dará a cada uno
según su justicia y su lealtad, pues él te puso hoy en mis manos, pero yo no
quise atentar contra el ungido del Señor”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 102
R/. El Señor es compasivo y
misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu
vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso
para perdona/. No nos trata como merecen
nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados. R/.
Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros
delitos; como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor
con quien lo ama. R/.
SEGUNDA LECTURA
[Fuimos semejantes al hombre terreno y seremos semejantes al hombre
celestial.]
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 15, 45-49
Hermanos: La escritura dice que el primer hombre, Adán, fue un ser que
tuvo vida; el último Adán es Espíritu que da la vida.
Sin embargo, no existe primero lo vivificado por el Espíritu, sino lo
puramente humano; lo vivificado por el Espíritu viene después.
El primer hombre, hecho de tierra, es terreno; el segundo viene del
cielo. Como fue el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como es el
hombre celestial, así serán los celestiales.
Y del mismo modo que fuimos semejantes al hombre terreno, seremos
también semejantes al hombre celestial. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13, 34
R/. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los
otros, como yo los he amado. R/.
Aleluya.
EVANGELIO
[Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.]
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Amen a sus enemigos,
hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren
por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra;
al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida,
dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si
aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario?
También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a
los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los
pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de
extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la
intención de cobrárselo después.
Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin
esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo,
porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos,
como su Padre es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados;
perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena,
bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la
misma medida con que midan, serán medidos”. Palabra del Señor.
CREDO
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Invoquemos a Dios todopoderoso con una oración tan pura y humilde, que
merezca obtener lo que pedimos:
Por la santa Iglesia, extendida de Oriente a Occidente: para que el
Señor la mantenga firme y confiada en medio de las contrariedades y tentaciones
del mundo, roguemos al Señor.
Por los que tienen autoridad en el mundo, para que bajo su gobierno
podamos vivir en paz y concordia glorificando a Cristo, nuestra esperanza,
roguemos al Señor.
Por los que nos desprecian a causa de nuestra fe y por los que
persiguen a la Iglesia: para que el Señor les conceda encontrar la verdad,
roguemos al Señor.
Por los que estamos aquí reunidos en el nombre del Señor, para que Dios
nos conceda perseverar en la fe y nos reúna un día a todos en su reino,
roguemos al Señor.
Padre clementísimo, que en Cristo nos has revelado tu amor gratuito y
universal, danos un corazón nuevo, para que seamos capaces de amar a nuestros
enemigos y de orar por los que nos injurian, tal como nos lo mandó tu Hijo, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al celebrar con la debida reverencia tus misterios, te rogamos, Señor,
que los dones ofrecidos en honor de tu gloria nos sirvan para la salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El día del Señor
En verdad es justo bendecirte y darte gracias, Padre santo, fuente de
la verdad y de la vida, porque nos has convocado en tu casa en este día de
fiesta. Hoy, tu familia, reunida en la escucha de tu Palabra, y en la comunión
del pan único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado, anhelando el
domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en tu descanso.
Entonces podremos contemplar tu rostro y alabaremos por siempre tu
misericordia. Con esta gozosa esperanza, y unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos unánimes el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 9, 2-3
Proclamaré todas tus maravillas; me alegraré y exultaré contigo y
entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que alcancemos aquel fruto celestial,
cuyo adelanto acabamos de recibir mediante estos sacramentos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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