Evangelio del 7 de enero 2025
Marcos 6, 34-44
En aquel tiempo, al desembarcar
Jesús, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando, y se compadeció de
ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas
cosas.
Cuando ya atardecía, se acercaron
sus discípulos y le dijeron: "Estamos en despoblado y ya es muy tarde.
Despide a la gente para que vayan por los caseríos y poblados del contorno y
compren algo de comer". Él les replicó: "Denles ustedes de
comer". Ellos le dijeron: "¿Acaso vamos a ir a comprar doscientos
denarios de pan para darles de comer?" Él les preguntó: "¿Cuántos
panes tienen? Vayan a ver". Cuando lo averiguaron, le dijeron: "Cinco
panes y dos pescados".
Entonces ordenó Jesús que la
gente se sentara en grupos sobre la hierba verde y se acomodaran en grupos de
cien y de cincuenta. Tomando los cinco panes y los dos pescados, Jesús alzó los
ojos al cielo, bendijo a Dios, partió los panes y se los dio a los discípulos
para que los distribuyeran; lo mismo hizo con los dos pescados.
Comieron todos hasta saciarse, y
con las sobras de pan y de pescado que recogieron llenaron doce canastos. Los
que comieron fueron cinco mil hombres.
Reflexión
En medio de un mundo egoísta, que
solo piensa en sí mismo, este evangelio nos enseña lo qué puede ocurrir cuando
se comparte lo que se tiene. Eran solo unos cuantos panes y pescados y fueron
suficientes para alimentar a toda una multitud.
Es que precisamente cuando se
comparte, es cuando se puede experimentar la multiplicación. Muchas veces
pensamos que lo que tenemos (especialmente cuando se trata de recursos
económicos) apenas nos alcanzaría para nosotros y para nuestra familia. Es necesario
hacer la prueba y darnos cuenta que cuando ponemos nuestros dones al servicio
de Dios y de los demás, estos se multiplican enormemente.
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