Evangelio del 21 de diciembre 2024

Evangelio del 21 de diciembre 2024
Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María se
encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa
de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la
creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del
Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de
mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de
gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue
anunciado de parte del Señor".
Reflexión
No sé si has pensado que, hace
más de 2000 años, una jovencita de apenas 15 años dejó la comodidad de su casa,
se unió a una caravana, caminó durante unos 5 días en medio de los peligros
naturales que conlleva naturalmente hacer un recorrido por el desierto, y que
hizo todo esto para ir a visitar a su prima, para ir a asistirla en su
gravidez.
Me parece importante, ante la
inminencia de la Navidad, que pensemos en todo lo que hizo María Santísima,
mientras que nosotros, que contamos con nuestro propio automóvil, con medios de
comunicación mucho más seguros, las distancias que recorremos no son tan largas
y, aparte no somos unos chiquillos como ella, sin embargo, no somos capaces de
ir a visitar a nuestros familiares y amigos enfermos o necesitados.
Toda nuestra vida acelerada se
nos va en visitar los grandes almacenes, en detallar la fiesta de Navidad, en
tanta superficialidad.
El texto que hemos leído nos dice
que Isabel se alegró grandemente apenas oyó la voz de su prima, imagina cuánta
alegría podría causar tu saludo a ese pariente al que tienes tanto tiempo de no
ver, máxime si está enfermo o cruza por un período difícil de su vida.
La Navidad nos recuerda que, al
igual que María, Jesús vino del cielo a visitarnos, para llenar nuestra vida de
felicidad; haz, pues, tú lo mismo.
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