Evangelio del 9 de noviembre 2024

[Jesús hablaba del templo de su cuerpo.]
Del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y
encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, a los
cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del
templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y
les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten
todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”.
En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito:
El celo de tu casa me devora.
Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das
de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este
templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis
años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres
días?
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús
de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y
creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN: • Según una tradición que arranca del siglo XII, hoy se
celebra el de aniversario de la dedicación de la basílica construida por el
emperador Constantino en el Laterano. La Basílica de Letrán es la iglesia-madre
de Roma, dedicada primero al Divino Salvador y después también a San Juan
Bautista. Esta celebración fue primero una fiesta local. Más tarde se extendió
a toda la Iglesia de rito romano, con el fin de honrar aquella basílica, que es
llamada «madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal
de amor y de unidad para con la cátedra de Pedro que –como escribió san Ignacio
de Antioquía– «preside a todos los congregados en la caridad». • Aunque rezar
en casa debe ser una práctica diaria, eso no es suficiente. Jesús quiso salvarnos
no por separado, sino unidos como un pueblo. Por eso instituyó la Iglesia. Esta
se congrega generalmente en el templo. El Templo es el lugar consagrado a Dios
donde los fieles se reúnen para darle culto. Ciertamente una religiosidad
conformada sólo por prácticas exteriores no sirve de nada. Jesús se opone a
ella en todo el Evangelio. Recordemos, sin embargo, que en cada iglesia Jesús
está presente especialmente en el tabernáculo.
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