Evangelio del 26 de noviembre 2024
Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la
construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban,
Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo
esto que están admirando; todo será destruido".
Entonces le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir
esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?"
Él les respondió: "Cuídense de que nadie los engañe,
porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo
ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y
revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero
todavía no es el fin".
Luego les dijo: "Se levantará una nación contra otra y
un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias
y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles".
Reflexión
Este evangelio nos enseña lo relativo que puede ser todo lo
bello que se encuentra en el mundo. Todo pasa. Las cosas que un día fueron ya
no son; lo que ahora nos admira llegará un día en que no quedará rastro de
ello.
Lo único que permanece es Dios. Es lo único que no cambia,
que no muta. Ya la carta a los Hebreos nos dice que "Cristo es el mismo de
ayer, de hoy y de siempre". ¿Por qué, entonces, estar tan preocupados por
lo que es pasajero? Pongamos nuestra atención y verdadera preocupación en lo
que es eterno, en lo que permanece.
Por ello, el apóstol San Pablo decía: "el amor no
pasará". Esforcémonos en cultivar y hacer crecer el amor, es lo único que
perdurará, es lo único que les dejaremos a las generaciones futuras.
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