Evangelio del 26 de octubre 2024 Lucas 13, 1-9

En aquel tiempo algunos hombres
fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos
galileos mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este
comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto,
eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si
ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho
que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más
culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si
ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.
Entonces les dijo esta parábola:
“Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, fue a buscar higos y no los
encontró. Dijo entonces al viñador: Mira, durante tres años seguidos he venido
a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa
la tierra inútilmente? El viñador le contestó: Señor, déjala todavía este año;
voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono para ver si da fruto; si
no, el año que viene la cortaré”.
Reflexión
Un pasaje lleno de enseñanzas nos
presenta la liturgia de hoy, pues Jesús nos invita a reflexionar en si nuestra
vida verdaderamente ha cambiado; si verdaderamente hemos entrado en un proceso
de conversión o somos como la higuera de la parábola. Jesús quiere nuestra
conversión, pues esta es la única manera de agradar a Dios en esta vida y
aseguraremos nuestra estancia en el cielo.
Nos ha insistido sobre esto de
muchas maneras: nos ha invitado a retiros, a pláticas en la Iglesia; nos ha
enviado amigos para hablarnos de su amor y de su plan de salvación y quizás
nuestra respuesta ha sido la del evangelio de hoy: Yo estoy bien, no necesito
de esto. Esto es para los pecadores, para los que están mal, pero yo estoy
bien.
Hay que revisar a conciencia
nuestra relación con Dios y pensar: Si hoy fuera mi último día en la tierra,
¿encontraría el Señor frutos en mi vida? ¿Hallaría frutos de bondad, de
justicia, de amor, de perdón, de paciencia? El viñador le pide una nueva oportunidad
y el Señor la concede. Aprovechemos nosotros también esta oportunidad para que
nuestra vida dé frutos en abundancia; esto no sólo dispondrá nuestra vida para
la eternidad, sino que además, a los que viven con nosotros, los haremos
inmensamente felices.
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