miércoles, 30 de octubre de 2024

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20241103

 



«Uno de ellos, doctores de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley? Jesús le respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, etc. Respecto de Herodes y Poncio Pilato leemos que se reconciliaron con ocasión de la muerte del Señor, lo mismo podemos observar ahora respecto a los fariseos y saduceos. Son adversarios entre ellos, pero se ponen de acuerdo para tentar a Jesús. Los que un poco más arriba habían sido confundidos, cuando les pidió que le mostraran un denario, al ver derribado al partido contrario, deberían de haber advertido, con ese ejemplo, que ya no debían tender trampas, pero la mala voluntad y la envidia nutrían su descaro. Uno de los doctores de la Ley lo interroga, no con deseo de saber sino para tentarlo, para ver si aquel a quien interrogaba sabía lo que le preguntaba: cuál es el mandamiento más grande. No le pregunta sobre los mandamientos sino cuál es el primero y el más grande de los mandamientos. Como todos los mandamientos de Dios son grandes, cualquiera fuera la respuesta, encontraría pretexto para calumniarlo, afirmando que, entre todos, otro era el mayor. El que sabe y pregunta, no por deseo de aprender sino por afán de averiguar si sabe el que debe responder, a semejanza de los fariseos viene no como discípulo sino como tentador» (San Jerónimo [342-4201. Evangelio de san Mateo. Libro Tercero. Capítulo 22, 34-37).

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