miércoles, 20 de noviembre de 2024

Evangelio del 21 de noviembre 2024



 

Lucas 19, 41-44
 
En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó:
 
"¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba".
 
Reflexión


La única cosa que no puede ser perdonada, dirá Jesús en otro lugar, es el pecado contra el Espíritu Santo, que no es otra cosa que la resistencia a la conversión.
 
Al ir terminando el año litúrgico, la Iglesia nos invita a revisar nuestro estado de conversión. Ha pasado ya casi un año desde el pasado Adviento, inicio del año litúrgico. ¿Podríamos decir que hemos aprovechado las oportunidades de crecer espiritualmente que Dios nos ha dado durante este año?
 
Oportunidades realizadas, en esa visita silenciosa que nos ha hecho semana tras semana en la Eucaristía, en su Palabra, en la presencia de los amigos, de los pobres. Jesús lloró por la incapacidad de conversión de Jerusalén. Tomemos unos minutos para evaluar nuestra respuesta. ¡Aún hay tiempo! 

martes, 19 de noviembre de 2024

Evangelio del 20 de noviembre 2024

 



 

¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

 

Del santo Evangelio según san Lucas: 19, 11-28

En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola: "Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: 'Inviertan este dinero mientras regreso'.

Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: 'No queremos que éste sea nuestro rey'. Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno. Se presentó el primero y le dijo: `Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas'. Él le contestó: 'Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades'.

Se presentó el segundo y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas'. Y el señor le respondió: 'Tú serás gobernador de cinco ciudades'.

Se presentó el tercero y le dijo: 'Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado'. El señor le contestó: 'Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?'.

Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'. Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'. Él les dijo: 'Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia' ". Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.   

 

Meditación del Papa Francisco

El significado de esto es claro. El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celeste, su perdón… en definitiva, tantas cosas, sus más preciosos bienes. Este es el patrimonio que Él nos confía. ¡No sólo para custodiar, sino para multiplicar! Mientras en el lenguaje común el término "talento" indica una notable cualidad individual – por ejemplo, talento en la música, en el deporte, etcétera –, en la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos rendir.

 El hoyo excavado en el terreno por el "siervo malo y perezoso" indica el miedo del riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Porque el miedo de los riesgos en el amor nos bloquea. ¡Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte! No nos pide esto Jesús, sino que quiere que la usemos para provecho de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así crecen. Es como si nos dijese: 'Aquí está mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y úsalos abundantemente'. Y nosotros ¿qué hemos hecho con ellos? ¿A quién hemos "contagiado" con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos animado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Son preguntas que nos hará bien hacernos.

Cualquier ambiente, también el más lejano e impracticable, puede convertirse en un lugar donde hacer rendir los talentos. No existen situaciones o lugares excluidos a la presencia y al testimonio cristiano. El testimonio que Jesús nos pide no está cerrado, está abierto, depende de nosotros. (Ángelus de S.S. Francisco, 16 de noviembre de 2014).

 

 

 

 


lunes, 18 de noviembre de 2024

SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Ciclo B Domingo 24 de Noviembre 2024

 



  

"MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO"
 
Dan 7, 13-14; Sal 92; Apoc 1,5-8; Jn 18,33-37
 
Daniel utiliza varias imágenes apocalípticas, entre las cuales se destaca la de un hombre que "venía entre las nubes del cielo" (v. 13). Indica que el rey ideal no viene de "abajo", de una u otra nación en la Tierra, y no es opresor como los demás reyes. Esta es la misma imagen empleada en la segunda lectura, que exhorta: "¡Miren! ¡Viene entre las nubes"! (v. 7). Añade que Cristo Rey es la víctima de los poderes de este mundo, quienes "lo traspasaron" (v. 7). En el Evangelio Cristo se enfrenta con uno de dichos poderes: Poncio Pilato. Esta vez, Cristo mismo afirma lo esencial de la imagen usada por las demás lecturas: no es un rey como los de este mundo. Es un Rey que va a establecer un nuevo mundo de justicia y de paz.
 
 
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 5, 12; 1, 6
 
Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
 
 
GLORIA


Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
 
 
ORACIÓN COLECTA
 
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede, benigno, que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente.  Por nuestro Señor Jesucristo...
 
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
 
Su poder es eterno.
 
Del libro del profeta Daniel: 7,13-14
 
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: Vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
 
 
SALMO RESPONSORIAL
 
Del salmo 92
 
R/. Señor, tú eres nuestro rey.
 
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad. R/.
 
Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu trono. R/.
 
Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo. R/.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
El soberano de los reyes de la tierra ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre.
 
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 1, 5-8
 
Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra; aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Miren: El viene entre las nubes, y todos lo verán, aun aquellos que lo traspasaron. Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa. "Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso".
 
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mc 11, 9. 10
 
R/. Aleluya, aleluya.
 
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! R/.
 
 
EVANGELIO
 
Tú lo has dicho. Soy rey.
 
Del santo Evangelio según san Juan: 18, 33-37
 
En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús le contestó: "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?" Pilato le respondió: "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?" Jesús le contestó: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí".
 
Pilato le dijo: "¿Conque tú eres rey?" Jesús le contestó: "Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
 
 
PROFESIÓN DE FE
 
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
 
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
 
 
PLEGARIA UNIVERSAL
 
Dirijamos, llenos de confianza, nuestras súplicas a Cristo, supremo Señor de la vida y de la muerte y rey de todas las creaturas del cielo y de la tierra y digamos: Rey de la Gloria, escúchanos. (R/. Rey de la gloria, escúchanos.)
 
1.     Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo para reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de Jesucristo a todas las creaturas, roguemos al Señor.
 
2.     Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y culturas, germine y se manifieste, y todos los hombres reconozcan con gozo que Cristo es Señor, para gloria de Dios Padre, roguemos al Señor.
 
3.     Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o el sufrimiento sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus penas, roguemos al Señor.
 
4.     Para que los que hoy celebramos la solemnidad de Cristo, Señor supremo del universo, a quien están destinadas todas las cosas, participemos también un día en la herencia del pueblo santo, en el reino de la luz, roguemos al Señor.
 
Dios nuestro, principio y origen de toda paternidad, que has enviado a tu Hijo al mundo para convertirnos en un reino y hacernos tus sacerdotes, escucha nuestras oraciones e ilumina nuestro espíritu, para que comprendamos que servirte es reinar y, al dar nuestra vida a los demás, proclamemos con obras nuestra fidelidad a Cristo, el primogénito de entre los muertos y príncipe de los reyes de la tierra. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Al ofrecerte, Señor, el sacrificio de la reconciliación humana, te suplicamos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad y de la paz. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
 
PREFACIO


Cristo, Rey del universo.
 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has ungido con el óleo de la alegría, a tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, como Sacerdote eterno y Rey del universo, para que, ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana; y, sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu majestad infinita un Reino eterno y universal: Reino de la verdad y de la vida, Reino de la santidad y de la gracia, Reino de la justicia, del amor y de la paz. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
 
 
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 28, 10-11
 
En su trono reinará el Señor para siempre y le dará a su pueblo la bendición de la paz.
 
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Habiendo recibido, Señor, el alimento de vida eterna, te rogamos que quienes nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
 

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20241124

 



«Pues bien, a la interrogación primera del gobernador, donde le dijo: ¿Tú eres el rey de los judíos?, el Señor podía responder lo que asevera: Mi reino no es de este mundo, etc. Pero, al interrogarle a su vez si decía esto por su cuenta o lo había oído a otros, quiso mostrar, al responder aquél, que de esto le habían acusado ante él los judíos como hecho criminal; así nos descubre las ideas de los hombres, acerca de las que sabía que son vanas, y tras la respuesta de Pilato les responde ya tan oportuna y apropiadamente a judíos y gentiles: Mi reino no es de este mundo. Si hubiese respondido esto a Pilato inmediatamente tras interrogarle, parecería que lo había respondido no también a los judíos, sino a solos los gentiles, que opinaban de él esto. Pero, porque Pilato respondió: ¿Tal vez soy yo judío? Tu gente y los pontífices te entregaron a mí, en realidad retiró de sí la sospecha con que podría suponerse que por su cuenta había dicho que Jesús es el rey de los judíos, pues demuestra haberlo oído a los judíos. Después, diciendo ¿Qué hiciste? -como si dijera: Si niegas ser rey, ¿qué hiciste para que hayas sido entregado a mí? -, muestra suficientemente que de eso se le ha acusado como hecho criminal. Por así decirlo: no sería asombroso que fuese entregado al juez para ser castigado quien decía ser rey; si, en cambio, no decía esto, habría que preguntarle qué otra cosa había hecho quizá, por la que fuese digno de ser entregado al juez» (San Agustín [354-430]. Evangelio de Juan. Tratado 1 15).

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO

 

La solemnidad de Cristo Rey puede interpretarse como la afirmación de que Dios tiene poder absoluto sobre toda la Tierra y, en el futuro, va a manifestarlo claramente. Tal afirmación es verdadera, pero también es incompleta. No toma en cuenta que dicho reino no es "de este mundo". El Reino de Dios no se caracteriza por la desigualdad, la opresión y el autoritarismo de esos reinos que este mundo ha conocido. Es un nuevo orden de la realidad en que la igualdad, la justicia y la diversidad se honran porque están regidas por el amor. Se trata de la utopía de la cual han soñado muchos oprimidos y víctimas, pero no es meramente un sueño. Es el destino que Dios, en su amor magnífico y deleitable, prepara para su creación, que no abandona, sino que intenta transformar.




Evangelio del 19 de noviembre 2024


 


El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
 
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10
 
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publícanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa".
El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador".
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más". Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido". Palabra del Señor.
 
REFLEXIÓN: En Jericó, y casi a punto de culminar su larga «ascensión» a la ciudad santa de Jerusalén, Jesús aprovecha el gesto inicial del publicano y acaudalado Zaqueo –mezcla de curiosidad e insatisfacción por su estado de vida– para consolidar en él una auténtica conversión. Ya en casa, Zaqueo demuestra un drástico cambio de mentalidad y de conducta. Su pequeña figura se
 
agiganta gracias al amor, que lo libera de su pasado injusto y de su egoísmo explotador. Por eso Jesús se congratula con él al decirle: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa».

domingo, 17 de noviembre de 2024

TE DEUM