Evangelio del 28 de septiembre 2024 Lucas 9, 43-45
En aquel tiempo, como todos
comentaban admirados los prodigios que Jesús hacía, éste dijo a sus discípulos:
"Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a
ser entregado en manos de los hombres".
Pero ellos no entendieron estas
palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvía incomprensibles.
Y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto.
Reflexión
Ciertamente estas palabras de
Jesús resultaban incomprensibles para todos aquellos que esperaban que él fuera
el Mesías triunfante, el Rey que habría de erradicar de su nación a los
usurpadores y regresarles la gloria y la riqueza que en otro tiempo habían
tenido. Era, pues, difícil entender a un Mesías que "debía ser entregado a
los hombres para que lo mataran e hicieran de él lo que quisieran".
Hoy, quizás esta sea una de las
razones poderosas por las que mucha gente no lo sigue y de que muchos de los
que lo siguen decidan abandonarlo. Muchos entran al cristianismo pensando que
Jesús tiene que resolverles la vida; que ha venido para que no haya
enfermedades ni dolor en el mundo; para arreglar su vida de manera que todo sea
“color de rosa”. Jesús ha venido para traernos la salvación, la vida en
abundancia, un estado de vida interior que hace que todo lo demás pueda ser
maravilloso y vivirse la vida con paz y alegría.
Pero, para descubrir este tipo de
Mesías, es necesario tener una presencia activa del Espíritu que nos revele en
el interior la verdadera acción de nuestro Mesías. Desde ahí podremos ver que
la liberación y riqueza traída por Jesús es muchísimo más valiosa que la que
pudiéramos haber pensado. Pide en tu oración de este día que el Espíritu quite
de tu mente el velo que pueda estarla cubriendo.
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