Evangelio del 26 de julio 2024 Mateo 13, 18-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la
palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no
la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por
causa de la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la
palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la
sofocan y queda sin fruto.
En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes
oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el
sesenta; y otros, el treinta".
Reflexión
Son muchos, miles tal vez, los que cada domingo -al menos-
escuchan la Palabra de Dios durante la Misa dominical, son muchos los que
reciben la semilla del Evangelio.
Sin embargo, es triste constatar que en nuestro mundo, no se
ven muchos frutos evangélicos. Para muchos de nuestros cristianos se aplica la
primera parte de esta parábola, pues son muchos los que no ponen atención en la
misa, que van a misa sólo "por cumplir", que no se toman la molestia
de leer la hojita o el libro para reflexionar en la Palabra.
Son muchos los que aun habiéndola escuchado, no les interesa
vivirla; otros más, son los que quisieran vivirla, pero las invitaciones de los
amigos, las tentaciones del confort, los puestos superiores y otras vanidades
del mundo, impiden que den fruto.
Son verdaderamente pocos a los que se aplica hoy en día el
final de la parábola, son pocos los que abren totalmente su corazón al
Evangelio y que buscan encontrar la manera de hacerlo vida, que buscan
comprenderlo, más que con la cabeza, con el corazón.
Dios nos ha llamado a dar fruto, la tierra de nuestro
corazón es tierra buena, apartemos de nuestra vida todo aquello que pueda
impedir que la semilla del Evangelio dé fruto. Esforcémonos por ser de los que
llenan de fruto la vida, y más aún, de los que hacen que este fruto permanezca.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal