Evangelio del 15 de julio 2024 Mateo 10, 34-11, 1
Evangelio del 15 de julio 2024
Mateo 10, 34-11, 1
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "No
piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz,
sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su
madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su
propia familia.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno
de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el
que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí,
la salvará.
Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me
recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá
recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá
recompensa de justo.
Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a
uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su
recompensa".
Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos,
Jesús partió de ahí para enseñar y predicar en otras ciudades.
Reflexión
En este pasaje, Jesús afirma la superioridad del Reino sobre
cualquier otro valor en el mundo, incluyendo los más valiosos, como puede ser
la misma familia. Debemos notar que el término que utiliza Jesús es un término
de relatividad, es decir: "más que". Por ello, cuando cualquier valor
se opone al Reino, aquél debe ser tenido por menos.
Y es que la realidad y los valores del mundo, como lo ha
hecho ver Jesús, muchas veces son diversos e incluso contrarios, a los del
Reino, lo que crea un antagonismo de parte del mundo contra el cristiano. La
misma familia no está exenta de esta realidad. Es la invitación clara de Jesús
de llevar nuestra vida cristiana hasta las últimas consecuencias.
Esto no es fácil, por ello dice: "el que no toma su
cruz y me sigue" pues, si es difícil ser rechazado por el mundo, lo es
mucho más serlo por la propia familia. No se trata de rechazar ni al mundo ni a
la familia ni a los amigos, se trata de amar, por sobre todas las cosas, a
Jesús y la vida evangélica, y de hacer una opción radical que nos lleve a
transparentar a Jesús. Es una opción de fidelidad TOTAL.
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