Texto bíblico Lc 2, 29-32
Texto bíblico
Lc 2, 29-32
Cántico de Simeón
«Ahora, Señor, puedes dejar que
tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la
salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las
naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».
Reflexión
Simeón, un hombre justo y
piadoso, esperaba la consolación de Israel. El Espíritu Santo le había revelado
que no moriría antes de ver al Ungido del Señor.
Durante el reinado de Augusto
César, el mundo estaba marcado por guerras, violencia, destrucción y decadencia
moral. Las provincias romanas sufrían debido a la guerra civil, la inseguridad
y la pobreza.
Cuando María y José llevaron a
Jesús al templo para su consagración, Simeón lo reconoció como el Salvador y
proclamó: “Ahora, Señor, deja que tu siervo se vaya en paz, porque mis ojos han
visto a tu Salvador”
Este pasaje refleja la esperanza
y la luz que Jesús trajo al mundo en un momento histórico lleno de desafíos y
dificultades.
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