En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "¿Qué les parece? Si
un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no dejará las noventa y
nueve en los montes, y se va a buscar a la que se perdió? Y si llega a
encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y
nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que
se pierda uno solo de estos pequeños".
Reflexión
Este texto nos recuerda el inmenso valor que cada persona tiene para
Dios. Nadie es insignificante ni desechado: incluso quien se aparta, quien se
pierde, sigue siendo objeto del amor y la búsqueda incansable del Padre. La
parábola muestra que la voluntad de Dios no es que “se pierda uno de estos
pequeños”, sino que todos encuentren vida y salvación.
El amor de Dios no es un amor genérico, sino concreto y dirigido a cada
uno.
Este pasaje es una invitación a valorar la dignidad de cada ser humano
y a vivir con un corazón que no se conforma mientras alguien esté perdido o
excluido.

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