Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre,
desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra
del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre
justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras
pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: "José, hijo
de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha
concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el
nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". Todo esto
sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta
Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán
el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. Cuando José despertó
de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su
esposa.
Reflexión
El pasaje nos ofrece una profunda lección sobre la obediencia
silenciosa y la confianza absoluta.
A diferencia de otros personajes bíblicos, no escuchamos una sola
palabra de José, pero vemos sus acciones:
José se enfrenta a un dilema humano entre la ley y el amor. Su decisión
inicial de "abandonarla en secreto" muestra a un hombre justo que no
quiere condenar, sino proteger.
Al aceptar el mensaje del ángel en sueños, José rompe con sus propios
planes para integrarse en el plan de Dios. Nos enseña que la fe a veces
requiere soltar nuestras certezas para abrazar algo mucho más grande.
La respuesta de José al mensaje del ángel no es un discurso, es el
hecho de despertar y "hacer lo que el ángel le había mandado".
José representa la fe que actúa. Nos invita a escuchar la voz de Dios
en medio de nuestras dudas y a confiar en que, incluso en situaciones que no
comprendemos, hay un propósito de salvación en marcha.

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