De ciertas preguntas
trascendentes no se puede hablar de memoria, tampoco basta con parafrasear
ideas tomadas de alguna lectura. Es necesario hablar desde las convicciones y
creencias más profundas. La adversidad, el sufrimiento, la inminencia de la
muerte son cuestiones que desajustan nuestra tranquilidad. Los protagonistas de
las lecturas que escuchamos este domingo (2 de noviembre 2025) eran creyentes
en el Dios que sostiene a los justos. No es posible enfrentar la cuestión del
trato a los enemigos a partir de la lectura de un manual de autoayuda. Aprender
a perdonar al violento, a amar al que nos decepciona, no es cosa fácil. Lo
resulta un poco menos cuando se ha vivido en carne propia la experiencia del
amor de Cristo. La capacidad para desprenderse de los propios bienes para
auxiliar a los necesitados, o más aún de la propia violencia, para ofrecer el
perdón, se acrecienta cuando interiorizamos la fuerza del amor de Dios,
manifiesto en su hijo Jesús.

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