Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le
dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Entonces
Jesús les dijo: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga
tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto
que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes
caer en tentación".
REFLEXIÓN
Jesús no solo ora, sino que responde al deseo de sus discípulos de
aprender a orar como Él. Lo que sigue es la entrega del Padre Nuestro, una
oración que no es solo fórmula, sino una invitación a entrar en comunión con
Dios desde la sencillez, la dependencia y la confianza.
El hecho de que los discípulos lo vean orando y pidan aprender muestra
que su vida espiritual era visible, inspiradora y contagiosa.
“Padre” es la primera palabra.
No comienza con súplica ni alabanza, sino con vínculo. Es una oración que nace
del corazón de una familia espiritual.
Pedir el pan “de cada día”, el perdón “como nosotros perdonamos”, y la
protección frente al mal, nos sitúa en una red de relaciones humanas donde la
justicia, la misericordia y la humildad son esenciales.
El Padre Nuestro es una oración breve, pero que abarca lo esencial:
identidad, necesidad, reconciliación y protección.
Este pasaje no solo enseña cómo orar, sino cómo vivir: con dependencia
del Padre, apertura al prójimo, y confianza en medio de la lucha.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario