viernes, 5 de septiembre de 2025

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20250907

 




«Si examinamos el sentido del precepto, veremos qué podemos hacer una y otra cosa con discreción, de modo que amemos a los que están unidos con nosotros por los vínculos de la carne y que conocemos como prójimos, e ignoremos y huyamos de los que encontremos como adversarios en los caminos del Señor. Pues no escuchando al que, sabio según la carne, nos conduce al mal venimos a amarlo, por decirlo así, con nuestro odio. El Señor, para dar a conocer que este odio hacia los prójimos no debe nacer de la afección o de la pasión, sino de la caridad, añadió lo que sigue: "Y hasta su propia vida! Porque es evidente que amando debe aborrecer al prójimo el que lo aborrece como a sí mismo, puesto que aborrecemos con razón nuestra vida cuando no condescendemos con sus deseos carnales, cuando contrariamos sus apetitos y resistimos a sus pasiones. Ahora, puesto que despreciada se vuelve mejor, viene a ser amada por el odio. Manifiesta cuál debe ser este aborrecimiento de la vida añadiendo: "El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío! Porque la palabra cruz quiere decir tormento, nosotros llevamos la del Señor de dos maneras: cuando mortificamos la carne por la abstinencia, o cuando hacemos nuestras las aflicciones de nuestros prójimos por la compasión. Pero como algunos hacen ver las mortificaciones de su carne, no por Dios, sino por vanagloria y son compasivos, no espiritual, sino materialmente, con razón añade: "Y viene en pos de mí! Llevar la cruz e ir en pos de Jesucristo, es lo mismo que guardarla abstinencia de la carne y compadecerse del prójimo con el afán de ganar la eterna bienaventuranza» (San Gregorio Magno 640 Papa de la Iglesia [c. 540-6041. Homilía 37, in Evang, 25).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario