En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de
ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros
blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de
huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por
dentro están llenos de hipocresía y de maldad. ¡Ay de ustedes, escribas y
fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan
las tumbas de los justos, y dicen: Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros
padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los
profetas! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de
los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!"
Reflexión
Este pasaje es uno de los más contundentes en el discurso profético de
Jesús contra la hipocresía religiosa. Aquí, Él denuncia con fuerza a los
escribas y fariseos, diciendo:
“¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Son como
sepulcros blanqueados: por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos
de huesos de muertos y de impurezas”.
Jesús no condena la ley ni la tradición, sino la incoherencia entre lo
que se predica y lo que se vive. El sepulcro blanqueado es una imagen poderosa:
apariencia de santidad, pero sin vida interior.
Los fariseos decoraban las tumbas de los profetas, diciendo que ellos
no habrían participado en su muerte. Sin embargo, Jesús revela que al hacer
esto, confiesan ser hijos de quienes los asesinaron.
Este texto es una invitación a revisar el corazón, a no conformarse con
la imagen pública, sino a buscar una fe que transforme desde dentro.
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