En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano
comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu
hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que
todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te
hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate
de él como de un pagano o de un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el
cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para
pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde
dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos".
Reflexión
Aprendamos a ser humildes, a acercarnos al sacramento de la
reconciliación, pedir perdón, fortalecer nuestra vida espiritual para poder
salir y cuando sea necesario, ¡sí!, corregir al hermano. Pero, no corregirlo y
dejarlo ahí tirado, sino corregirlo, ayudarlo, levantarlo, acogerlo y caminar
con él.
Dios es bueno y bello. Nosotros, sus hijos, debemos de tener algo bueno
y bello. ¡Saquémosle brillo a eso que tenemos!
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