En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a
sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.
En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: "Maestro, te
seguiré a donde quiera que vayas". Jesús le respondió: "Las zorras
tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no
tiene en donde reclinar la cabeza".
Otro discípulo le dijo: "Señor, permíteme ir primero a enterrar a
mi padre". Pero Jesús le respondió: "Tú, sígueme y deja que los
muertos entierren a sus muertos".
Reflexión
En este pasaje Jesús les muestra a sus discípulos dos de las
condiciones para seguirlo, la primera es: estar dispuesto a todo y aceptarlo
todo por amor y la segunda es no ponerle condiciones, pues el Reino tiene
prioridad.
La pereza sólo produce hastío y limitan nuestro crecimiento en el amor
y el servicio. No condiciones a Jesús, mantén siempre como prioridad la
construcción del Reino y la vida evangélica y tu vida será efectivamente la de
un auténtico discípulo.
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