martes, 28 de enero de 2025
EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20250202
«Los que no eran suficientemente ricos para ofrecer un cordero, podían
ofrecer dos tórtolas o dos pichones. Por lo tanto, el Señor, teniendo en cuenta
en todo momento nuestra Salvación, no sólo se dignó hacerse hombre siendo Dios,
sino también, siendo rico, hacerse pobre por nosotros con el fin de -por su
pobreza y su Humanidad- concedernos ser partícipes de sus riquezas y su
Divinidad. Pero quiero detenerme un momento en el motivo por el que se manda
ofrecer al Señor, como víctimas, precisamente estas aves. En efecto, también se
lee que el patriarca Abrahán -tanto tiempo antes de la Ley- las ofreció en
holocausto al Señor (...). Yes que el pichón de la paloma indica la sencillez,
la tórtola castidad, porque el primero ama la sencillez y la segunda la
castidad, de modo que si por azar pierde a su pareja no se preocupa de buscar
otra en lo sucesivo. Por eso, al alabar a la Iglesia dice el Señor: Hermosas
son tus mejillas como las de la tórtola. E insiste: ¡Qué hermosa eres, amiga
mía, qué hermosa; tus ojos son como los de las palomas! Realmente tiene
mejillas como las de la tórtola el alma que se mantiene casta e inmune de toda
mancha de impureza. Tiene ojos de paloma la que no desea hacer daño a nadie y
mira con sencillo afecto, incluso a sus enemigos. Pero las dos aves que hemos
citado, dado que suelen emitir un gemido en vez de canto, simbolizan el llanto
de los santos en este mundo; a él alude el Señor cuando dice: En verdad, en
verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis y el mundo se alegrará; vosotros,
sin embargo, os entristeceréis, pero vuestra tristeza se volverá en gozo» (San
Beda el Venerable [c 673-7351. Homilías sobre los Evangelios, XVIII, 4-5).
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