Evangelio del 25 de octubre 2024 Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a la
multitud: "Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el
poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el
viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben
interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan
entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes
mismos lo que les conviene hacer ahora?
Cuando vayas con tu adversario a
presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con
él en el camino, para que no te lleve ante el juez, el juez te entregue a la
policía, y la policía te meta en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de ahí
hasta que pagues el último centavo".
Reflexión
Es increíble hasta dónde puede
llegar la ceguera del hombre.
Para la gente que vivió en el
tiempo de Jesús no eran suficientes todos los signos, los milagros, las
curaciones que realizó. ¿Y qué decir de nosotros? Somos muy inteligentes para
conocer hasta los más recónditos misterios de la ciencia, pero muchas veces nos
pasa desapercibido el Dios del amor, que día a día, nos da muestras de su
presencia entre nosotros y nos invita a vivir en él. Se habla hoy mucho de
visiones, de catástrofes, de violencia, guerras. Es cierto, estos son
"signos de los tiempos" y por lo tanto, palabra de Dios. Es una
palabra que nos hace ver que el pecado sólo lleva a la destrucción, que la fe
verdadera es creer como creyó Abraham, como creyó María: en la oscuridad.
Debemos, pues, estar atentos:
Dios nos habla, su palabra es, ha sido y será siempre: Yo te amo.
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